jueves, 11 de marzo de 2010

El ciclo de la Historia en "Cien Años de Soledad"



Casi cuatro siglos de historia son los que abarca García Márquez como referencias en esta su obra más universal: desde la Conquista española del continente americano, la fiebre del oro, pasando por las guerras civiles entre liberales y conservadores en el país, hasta llegar a la transformación social promovida por el capitalismo en manos de los empresarios norteamericanos.

En la fundación de Macondo por José Arcadio Buendía y su mujer Úrsula Iguarán, Julio Ortega refiere una referencia paródica al Génesis : los comparan con Adán y Eva, pues viven virginalmente hasta que tras la muerte de Prudencio Aguilar deben huir de Riohacha acompañados de algunas familias amigas como un éxodo.
Este pecado original pesará como una maldición en toda la estirpe de los Buendía que cargarán con ella como penitencia generación tras generación y que finalizará casi de forma apocalíptica convirtiendo Macondo en “un pavoroso remolino de polvo y escombros centrifugado por la cólera del huracán bíblico” (pág. 504).

Las referencias a la Conquista y a la leyenda de El Dorado quedarían reflejadas en la obra por la fiebre de los inventos de José Arcadio Buendía. La fascinación que éste muestra por Melquíades y sus inventos es manifiesta e intentará inculcarla a sus hijos, siendo luego Aureliano el que toma el relevo. El pasaje en el que otro de los gitanos le enseña el hielo encerrado en un cofre haciéndole murmurar “Es el diamante más grande del mundo” (pág.29) parece recordar al engaño de las brillantes baratijas que los conquistadores intercambiaban por oro: “Esta vez, entre muchos otros juegos de artificio, llevaban una estera voladora. (…) La gente, desde luego, desenterró sus últimos pedacitos de oro para disfrutar de un vuelo fugaz sobre las casas de la aldea.” (pág.45). La propia evolución del fundador de Macondo recuerda a los conquistadores españoles: de emprendedor e imaginativo, capaz de organizar el pueblo para el bien de la comunidad, se va convirtiendo en “un hombre de aspecto de holgazán, descuidado en el vestir, con una barba salvaje que Ursula lograba cuadrar a duras penas con un cuchillo de cocina”.

El antagonismo entre liberales y conservadores es una de las constantes más desagradables de la Historia de América Latina. El asesinato en 1948 del dirigente del Partido Liberal, Jorge Eliecer Gaitán, ocasionaría uno de los periodos más violentos de la historia colombiana con el levantamiento nacional en contra del
gobierno conservador conocido como el Bogotazo. Estos acontecimientos estarían reflejados en la obra de García Márquez. La motivación política del coronel Aureliano Buendía y su levantamiento contra el gobierno conservador, no se debía a una plena convicción en los ideales liberales: “si hay que ser algo, sería liberal, porque los conservadores son unos tramposos” (pág. 124) decía en referencia al engaño que su suegro Apolinar Moscote, miembro del partido conservador, organizaba en el recuento de papeletas durante las elecciones. El propio Aureliano había votado azul (color de las papeletas del partido conservador) por indicación de su suegro. Tampoco “entendía cómo se llegaba al extremo de hacer una guerra por cosas que no podían tocarse con las manos” (pág. 122). Pero a pesar de estos pensamientos fue a la guerra: “promovió treinta y dos levantamientos armados y los perdió todos” (pág.131). Tardó tiempo entonces el coronel en darse cuenta de la inutilidad “de esta guerra de mierda” (pág.211). Tanto como casi cuarenta años para terminar con esa farsa y descubrir “los privilegios de la simplicidad” (pág. 211).

Otro de los acontecimientos históricos reflejado por García Márquez en Cien años de soledad fue la implantación de la compañía Norteamérica United Fruit Company en la zona del Magdalena a principios del siglo XX. La “Masacre de las Bananeras” constituyó uno de los episodios más lamentables relacionado con la lucha por los derechos de los trabajadores. En el año 1928 las fuerzas armadas colombianas, en connivencia con la UFC, mataron a un número indeterminado de trabajadores, que habían proclamado una huelga para la defensa de sus derechos violados continuadamente por la compañía bananera. El propio gobierno colombiano logró presentarlo como un episodio inventado. Es clara la referencia a estos acontecimientos en la obra. La llegada a Macondo de Mr. Herbert, los ingenieros, agrónomos,… Jack Brown con los solemnes abogados vestidos de negro sería el principio del final. Estos representan la llegada del capitalismo al pueblo y los responsables de la posterior transformación que sufre Macondo: “un campamento de casas de madera con techos de zinc, poblado de forasteros que llegaban de medio mundo en el tren.” (pág.279). El coronel Aureliano Buendía “se indignó con los serviles aspavientos de la gente y se dio cuenta de que algo había cambiado en la índole de los hombres…” (pág.292). Ahora eran los gringos los que tenían el poder de explotar Macondo. Las autoridades locales y nacionales, acalladas por la corrupción, no tenían interés en frenar esta explotación. Se queja aquí también García Márquez de la incapacidad de América Latina por cambiar el curso de la historia mediante el esfuerzo humano. Finalmente la huelga histórica de las bananeras se representa casi fielmente en la obra, incorporando casi las mismas demandas de los trabajadores y utilizando la Compañía del relato las mismas argucias a la hora de atenderlas que la original. La masacre en la plaza de la estación y el silencio de las autoridades para dejarla en el rincón del olvido las refleja el autor como “si todo pareciera una farsa (…) Como si las ametralladoras hubieran estado cargadas con engañifas de pirotecnia,..” (pág.372). Este triste acontecimiento sería negado durante mucho tiempo por la Compañía y el Gobierno Colombiano. Intentaría incluso reescribir la historia para mantenerlo en el olvido. En la novela al propio José Arcadio Segundo, protagonista del tremendo acontecimiento, una mujer que le ofrece café le dice: “Aquí no ha habido muertos. Desde los tiempos de tu tío, el coronel, no ha pasado nada en Macondo” (pág.375). A pesar de ello le inculcaría a Aureliano Babilonia “una interpretación tan personal de lo que significó para Macondo la compañía bananera, que muchos años después, (..) había de pensarse que contaba una versión alucinada, porque era radicalmente contraria a la falsa que los historiadores habían admitido, y consagrado en los textos escolares”.. (pág 424).

En resumen, una Historia que subyace en la mente de García Márquez y en la del pueblo colombiano y que dá paso a un relato dominador, virtuoso en el que la historia se va construyendo a través de la narración.

Historia y ficción en "El cartero de Neruda"




Mario Jiménez, pescador reconvertido en cartero de Isla Negra y su casi único cliente el poeta Pablo Neruda mantienen una curiosa relación en la que el segundo se convierte en celestino del cartero en su afán por conseguir el corazón de la joven Beatriz. Este es el argumento de esta novela, antes llamada Ardiente paciencia, escrita por Antonio Skarmeta en 1985. La historia coincide en el tiempo con el periodo comprendido entre junio de 1969, un año antes de las elecciones presidenciales en Chile en las que Salvador Allende sería proclamado presidente de la República, y septiembre de 1973, inicio de la dictadura de Pinochet y fecha de la muerte del poeta.

Skarmeta aprovecha determinados hechos históricos de la vida de Pablo Neruda y de la Historia de Chile para que sean el transfondo de esta historia amorosa protagonizada por unos jóvenes trabajadores, y que es contada ágilmente de forma lineal, sin saltos ni fragmentaciones, con un lenguaje coloquial sin excesiva retórica y con abundantes elementos humorísticos. Todas estas características se repetirán en la obra de Skarmeta y vendrán a definir el estilo de la literatura del posboom.

En cuanto a la implicación ideológica en la novela el autor parece presentar una visión ciertamente imparcial de la situación política hasta que al final muestra la dureza de la represión militar que somete al moribundo Neruda a una reclusión en su casa sin posibilidad de comunicación con el exterior y persigue al cartero por su amistad con aquél más que por su carácter subversivo.

El primer encuentro amoroso entre Mario y Beatriz se desarrolla el día que Allende vence en las elecciones presidenciales y el juego amoroso que mantienen los protagonistas parece anunciar el fin de una época de represión y el comienzo de otra de liberación social. Los continuos y sonoros encuentros sexuales de la pareja coinciden con esta apertura política. Por entonces Pablo Neruda es nombrado embajador en París y debe dejar el pueblo. Durante su estancia allí recibe el Premio Nobel de Literatura y su discurso en Estocolmo se convierte en una fiesta en Isla Negra. Cita Skarmeta textualmente fragmentos del discurso del poeta, sobresaliendo las frases finales en las que Neruda, citando un verso de Arthur Rimbaud, alienta a los hombres a mantener una responsabilidad compartida en la conquista de los ideales de justicia y dignidad. Habla de esa ardiente paciencia que iluminará a los hombres en esa conquista. Y esa ardiente paciencia será tomada por Skarmeta para titular su novela.

A partir de este momento la historia se transforma con la muerte de Salvador Allende y el inicio de la dictadura de Pinochet. Isla Negra es tomada por los militares al igual que todo el país y la casa del poeta es rodeada. Se pierde la libertad y los logros alcanzados parecen derrumbarse. La historia se cierra con la muerte de Neruda y el apresamiento de Mario, acusado por el representante de la derecha -el diputado Labbé- de subversivo, más que por su poema enviado a la revista La Quinta Rueda -donde no sería publicado-, por su amistad con Neruda. Emplea Skarmeta de forma sutil la manera de ser apresados muchos desaparecidos durante la dictadura: de madrugada y con engaños. Cruel realidad que aun hoy hace pedir justicia sin importar el tiempo pasado al igual que Beatriz, que en el prólogo del libro, pide al autor que “le contara la historia de Mario sin importar el tiempo que para ello tardara”.

lunes, 1 de marzo de 2010

Análisis de "La Ciudad y los Perros"



La ciudad y los perros es considerada por algunos críticos como la obra maestra del escritor limeño Mario Vargas Llosa (1936 - ). Escrita en 1962 retrata la vida de unos adolescentes en el Colegio militar Leoncio Prada. Pretende ser una crítica a la hipocresía de la sociedad peruana, al determinismo social y a la despersonalización del individuo que impone la estricta educación castrense, donde los valores más “masculinos”: la falsa virilidad, la autoridad basada en la violencia y el castigo o la venganza prevalecen sobre otros más “morales”: la amistad, la compasión o el respeto a los demás. Los cadetes de este colegio, provenientes de familias de distintas clases sociales, vivirán experiencias, en algunos casos humillantes, bajo el auspicio de la formación militar.

Argumento:

La novela gira en torno a la muerte de uno de los personajes, Richi o Ricardo Arana “el Esclavo”. Este es detenido y castigado sin permisos al negarse a delatar al autor del robo de un examen de química. Tras varios días de castigo y sin posibilidad de salir del colegio decide denunciar al culpable: Cava, que será expulsado del colegio.
La expulsión de Cava motivará “la muerte accidental” de Arana en unas prácticas de tiro. Esta muerte es silenciada por los responsables militares de la institución, temerosos del desprestigio que esto puede causar al Colegio.
Alberto Fernández, el “Poeta” es el único amigo del Esclavo. Durante la reclusión de este no puede evitar cortejar a su novia Teresa, de la que se enamora a pesar de los remordimientos. Una vez muerto Ricardo se siente obligado a descubrir al culpable, sospechando que se trata de “el Jaguar” líder del grupo al que pertenecía Cava y que usa la violencia para mostrarse por encima de los demás. Denunciará a este ante el Teniente Gamboa, instructor de los muchachos y con ciertos valores éticos, además de desvelar los actos prohibidos realizados por los miembros del “Círculo”. El informe elaborado por Gamboa es destruido por sus superiores que obligarán al teniente a callar y marcharse a otro destino.
El desenlace final de la novela es realmente sorprendente: A pesar de conocer que “el Poeta” es el delator de las actividades del círculo, “el Jaguar” no le acusará ante los demás provocando esto el rechazo del grupo al que fuera su líder. El desengaño de este ante sus antiguos compañeros hará que “el Jaguar” se declare finalmente culpable de la muerte de “el Esclavo” ante el Teniente Gamboa, pero éste, de camino ya a su destierro le pide también olvidar el asunto. Ya fuera del colegio y transcurrido un tiempo “el Jaguar” termina casándose con Teresa.

Análisis formal:

La narración se caracteriza por el llamado Perspectivismo o la multiplicidad de puntos de vistas: Hablamos de la alternancia de diferentes voces narrativas para apreciar el hecho desde distintas perspectivas, con lo que se le da más importancia a los personajes que narran que a la propia historia narrada. Además permite jugar con los tiempos intercalando en flash-back aspectos de la vida familiar de cada uno así como ciertos elementos anticipatorios de su historia. Esto permite combinar los monólogos interiores con los diálogos reales y objetivos. Al menos se identifican cuatro de los personajes que actúan como narradores además del narrador-escritor: el Jaguar, que imprime un enfoque más objetivo, Alberto del que llegamos a conocer más sobre si mismo, Boa, miembro del “Círculo” y que acepta las decisiones tomadas por otros para su propia supervivencia; y por último Ricardo “el Esclavo” y que demuestra el aspecto de sumisión al poder del más fuerte.
El propio Premio Cervantes de 1995, en su obra “Mario Vargas Llosa, A writer's reality” nos habla del empleo de la técnica de los Vasos Comunicantes por la que simultanear historias y personajes imbricándose unas en otros y viceversa dota de mayor tensión y emoción a la narración.
Por último podríamos referir también el tema de la oralidad en los diálogos dando a cada personaje su registro lingüistico correspondiente por su nivel cultural o social, como en el episodio de las gallinas:
“¿Y si traemos al poeta a que le cuente una de esas historias que engordan la pichula?. Puro cuento compañeros, yo hago carpas concentrándome, es cuestión de voluntad. Oye ¿y si me infecto? … ¿estás seguro que las gallinas tiene hueco?... quietos, por favor, y por todos los santos no se rían que se adormece el elefante…. ¿Ustedes creen que los animales sienten? ¿Sienten qué, huevas, acaso tienen alma? Quiero decir gusto, como las mujeres. La Malpapeada, sí, igualito que las mujeres…., la polilla se están parando. Le ha gustado y quiere más, qué tal. Camina borrachita, camina borrachita. ¿Y ahora nos la comemos de a de veras? Alguien va a quedar encinta, no se olviden que el serrano le dejó adentro tamaña piedra…La agarras del pescuezo y la tuerces en el aire. Tenla quieta Boa, voy a hacer un saque, aguántate ésa.“ (pág.33).
Análisis del contenido:
El Colegio parece representar a la Sociedad peruana, en una decepcionante crisis de valores. Los progenitores de estos cadetes, sin principios morales, constituirían la base de la sociedad. Si el sustento de la sociedad, la familia, adopta como valores la violencia, el machismo, la humillación, la hipocresía, sus hijos no harán más que presentar estos mismos errores. El desarrollo personal basado en el respeto a uno mismo y a los demás se verá coartado por un sistema educativo represor.
La crítica del autor no se circunscribe a la disciplina despersonalizadora del sistema educacional peruano sino también a la hipocresía de la sociedad. Cuando Alberto habla por primera vez con la tía de Teresa, el narrador nos cuenta:
“En el chisporroteo de palabras, las fórmulas de cortesía que Alberto había escuchado en su infancia aparecían como en caricatura, condimentadas con adjetivos lujosos y gratuitos, y a ratos comprendía que lo trataban de señor y de don y lo interrogaban sin esperar respuesta. Se halló envuelto en una costra verbal, en un laberinto sonoro.” (pág.86)
Centrándonos en los personajes contrapuestos de Alberto y el Jaguar:
Alberto Fernández, “El Poeta” es alumno del último curso del Colegio, donde ingresó siendo niño y gana algo de dinero y cigarrillos escribiendo cartas y novelas eróticas. Es el personaje del que más conocemos. Aunque proviene de una familia separada de nivel medio y su nivel cultural es mayor al resto, para su propia supervivencia en el internado se deja llevar por el ambiente fiero de sus compañeros, tolerando la violencia y la humillación aun a pesar de ser capaz de entender lo injusto que esto es. Quizá esa resignación venga de la relación con los padres separados donde no se muestra especialmente sensible ante los llantos de su madre.
“Cuando su madre le abrió la puerta, Alberto, antes de saludarla, comenzó a disculparse. Ella tenía los ojos cargados de reproches y suspiraba. Se sentaron en la sala. Su madre no decía nada y lo miraba con rencor. Alberto sintió un aburrimiento infinito” (pág.91).
Esa ambivalencia del “Poeta” se muestra también al no entender la amistad y la lealtad como valores a cultivar. A pesar de que “el Esclavo“ le considera un amigo pidiéndole disculparse ante Teresa por no poder acudir a su cita, Alberto no duda en flirtear con ella y gastarse el dinero que le había prestado. Bien es cierto que la relación de aquéllos aún no era firme pero el “Poeta” bien sabe que no es algo correcto lo que hace y por eso le matan los remordimientos. En el caso de la lealtad es donde encontramos la contraposición con el “Jaguar”, para el que, a pesar de venir de una familia de clase baja y portar menor formación que Alberto, la lealtad es valor fundamental de un grupo, siendo capaz de cometer incluso un asesinato por este valor. Esa misma lealtad, o la ausencia de esta, le hará al final confesar su crimen al teniente Gamboa.
El propio Vargas Llosa referirá después esta característica de Alberto:
“el personaje del Poeta, con quien yo me sentía muy identificado, creo que al final aparece como un personaje bastante débil, con comportamiento doble, que es incapaz de mantener una coherencia en su conducta; y muchas veces ocurre eso porque, para mantener cierta ambigüedad, en ocasiones se producen esos trastornos, esos cambios de la personalidad.” (Diálogo con Vargas Llosa. Por Ricardo A. Setti. 1988)
El “Jaguar” es en cambio un muchacho de carácter. No sabemos su nombre pero él prefiere que le llamen así, identificándose con la fiereza de ese animal. Ya desde su ingreso en el Colegio muestra que no se dejará vencer por los demás impidiendo que le bauticen como al resto de compañeros. Forma pronto parte de ese grupo llamado “el Círculo” donde impone a sus compañeros ese valor combativo y valiente ante el ambiente hostil del Colegio. En ese círculo de camaradería parece que las perversiones y acciones denigrantes quedan diluidas o al menos acalladas por un pacto de lealtad. Es el personaje que se mantiene fiel a su personalidad. El propio Alberto antes del epílogo, en esa “hora ambigua, indecisa, en que la tarde y la noche se equilibran y como neutralizan” (Pág.317) se siente en la necesidad de equilibrarse también e intenta desesperado reconciliarse con el “Jaguar”. Le reconoce su valor y de nuevo en esa extraña labilidad siente que debe confesarse por haber sido él el delator de las actividades del “Circulo”. Pero tampoco tiene el valor de decírselo a los demás. Por ello busca al “Jaguar”, que posee un magnetismo peculiar, pues a pesar del rechazo que sufre “parece que fuera él quien nos hace hielo…él quien estuviera castigando a la sección” (pág.316). Le busca para entender el porqué de su silencio:
“- ¿Vas a dejar que sigan creyendo que fuiste tú? -Alberto se descubrió hablándole con respeto, casi cordialmente.- ¿Por qué?.
- Yo les enseñé a ser hombres a todos esos. -dijo el Jaguar.” (pág.317)
Relevante es también el episodio con el Teniente Gamboa, cuando le confiesa a este que es el responsable de la muerte del “Esclavo”. Ya sus compañeros no se merecen su silencio:
“Es la ingratitud lo que me enferma. Nada más.” (pág.324).
Y se afianza en su discurso:
“No he cambiado de opinión….ahora comprendo mejor al Esclavo. Para el no éramos sus compañeros, sino sus enemigos….Yo quería vengar a la sección, ¿cómo podía saber que los otros eran peor que él, mi teniente?”(pág.325).
Y ya se resigna a su justa condena:
“Creo que lo mejor es que me metan a la cárcel. Todos decían que iba a terminar así, mi madre, usted también. “(pág.325).
Pero el teniente, camino ya de su nuevo destino le pide que olvide y aprenda. Rancia conducta militar que todo lo justifica, reflejada ahora en la resignada figura de Gamboa, leal al Ejército hasta en su destierro:
“El caso Arana está liquidado –dijo Gamboa-. El Ejército no quiere saber una palabra más del asunto. Nada puede hacerlo cambiar de opinión. Más fácil sería resucitar al cadete Arana que convencer al Ejército de que ha cometido un error.” (pág.326).
Finalmente el autor nos muestra ya en un tiempo algo más alejado del Colegio las pretensiones o interioridades de ambos personajes:
Alberto, el que parecía más humano, más preocupado por las injusticias piensa en su futuro:
“estudiaré mucho y seré ingeniero. Cuando regrese, trabajaré con mi papá, tendré un carro convertible, una gran casa con piscina. Me casaré con Marcela y seré un don Juan .Iré todos los sábados a bailar al Grill Bolívar y viajaré mucho”(pág.335)
En cambio el “Jaguar”, del que hasta su madre pensaba que acabaría en la cárcel, termina confesándole su amor a Teresa, tras encontrársela casualmente después de seis años. Y se casa:
“Pedí un adelanto en el Banco. El administrador es buena gente. Me dio una semana de permiso. Me dijo: me gusta ver cómo se suicida la gente. Cásese no más, y el próximo lunes está usted aquí, a las ocho en punto.” (pág.341).
Y fiel a sus principios no desestima la amistad que le une al flaco Higueras tendiéndole la mano a pesar de que este sigue siendo un ladrón.
En resumen:
Novela crítica contra la adusta educación militar basada en la violencia y el castigo y en general contra la hipocresía de la sociedad peruana de la época en ausencia total de valores morales e incapaces de transmitir a sus hijos los principios fundamentales de respeto. Entre otros personajes dos contrapuestos: Alberto, débil emocionalmente y con actitudes cambiantes a lo largo de la obra: de supuesto defensor de injusticias a egoísta conformista. Y “el Jaguar”, impulsivo y violento, brutal asesino a fin de cuentas, pero coherente con su actos y que abandera la lealtad como principio fundamental de un grupo. Y por encima de ellos un régimen militar que además de despersonalizar a los jóvenes encubre el asesinato, la violencia y la humillación para su propia supervivencia.
* para las páginas de referencia de este comentario me he valido de la edición del libro de Seix Barral, Biblioteca Breve. Edición de 1971.

lunes, 8 de febrero de 2010

Concienciación política y feminismo en "La casa de los espíritus"


La casa de los espíritus es la historia de una familia. Una familia gobernada a puño de hierro por Esteban Trueba: dominador, machista y violento patrón hecho a sí mismo, a base del esfuerzo que mancha y agrieta las manos y una mujer: Clara Del Valle que iniciará en la saga la lucha por las libertades de la mujer en la familia y en la sociedad chilena. Y es también una historia de parejas donde las mujeres constituirán el eje fundamental de la obra; personajes en su mayoría de fuerte carácter y que no dejan indiferentes al lector. Mujeres que sueñan, lloran, gritan por su autonomía y su capacidad de elección. Mujeres que de una u otra manera vincularán la política al destino de sus vidas. Porque en sus relaciones amorosas la política aparece como telón de fondo, con mayor o menor implicación pero desde luego como una vía de liberación y de ruptura con los arquetipos tradicionalistas de abnegadas y obedientes amas de casa. Quisiera comentar las relaciones de las mujeres de la novela para demostrar esa vinculación amorosa-política en torno a ellas:

La primera de ellas es la de Clara con Esteban: Clara padece el machismo en su versión más dura, en su propia casa y en sus propias carnes. Pero lucha callada contra esto y lo vence. Con su ejemplo y generosidad conseguirá montar su mundo dentro del reino del dominador. Y sus hijos Blanca y sobre todo Jaime heredarán su fortaleza, su capacidad para sobreponerse al poder establecido; una con la continua lucha contra la imposición paterna y el otro con el silencioso estudio y el ofrecimiento callado a los demás.
El ideario político de Esteban viene motivado más por su peso y posición social que por una clara ideología política. Es el discurso del fuerte, del hombre hecho a sí mismo, del que busca en la política una forma de afianzarse en su situación social. Es el temor a perder la posición conseguida la que le llevará a embarcarse en ese mundo que terminará devorándole y con ello a romper las relaciones con su entorno más próximo.

Blanca con Pedro Tercero: Su relación comienza desde cuando andaban casi en pañales y persistirá hasta el final de sus vidas. Ella sufriendo y viviendo las circunstancias particulares de sus padres y él, la lucha de clases; actor principal de la transformación social, instigador de la reforma agraria y de los derechos del proletariado, con las armas del pobre: la música y la palabra. Pero aura fascinadora que atraerá a hombres y mujeres. Duro enfrentamiento con el patriarca, al verse éste perder lo que considera suyo, su hija. Pero largo enfrentamiento que terminará en la senectud de Esteban, cuando el monstruo que éste despertó, con sus arengas y el discurso del miedo, acabe con la vida de miles de jóvenes chilenos. Cederá para la protección de su hija permitiéndoles y organizándoles su exilio en Roma.

Alba y Miguel: La nieta vivirá en la inocencia durante mucho tiempo. Sufrirá, como Pancha García, el acoso machista, pero no del que está en casa sino del extraño o del poderoso. Vil es la violación de Pancha por Esteban pero se multiplicará por mil con el producto de esta: Esteban García: la versión más agria, despreciable y rencorosa del Esteban Primero. Alba no se revolverá como lo harían su madre o abuela, quizá por que el fruto de su desgracia es el fruto de la venganza y contra ésta muchas veces no se puede luchar: “Y ahora busco mi odio y no puedo encontrarlo. Siento que se apaga (…). Quiero pensar que mi oficio es la vida y mi misión no es prolongar el odio, sino llenar estas páginas mientras espero el regreso de Miguel y entierro a mi abuelo…” (pág. 525). Miguel representa otro luchador por la igualdad de clases. Huérfano cuidado por su hermana Amanda a la que amó incluso cuando está se perdió. Pero perspicaz observador que sabrá buscar la ayuda exacta para encontrar a Alba. Al igual que Pedro Tercero con Blanca atraerá a la nieta Trueba por el magnetismo de sus convicciones políticas aunque Alba más que revolución lo que quiere es hablar de amor.

Los otros dos personajes femeninos que completan el armazón de esta historia son: Por un lado Amanda, la hermana de Miguel que finalmente dará la vida por él al morir torturada por no delatarle. Aproximada inicialmente al pequeño de los Trueba, Nicolás, terminará también enamorada del generoso Jaime, que la cuidó y asistió en el momento del aborto. Y la perenne Tránsito Soto, que sobrevivió a todo y a todos. La mujer que supo adaptar su oficio a cada momento social y que alcanzó aunque fuera desde su cama su pedazo de poder. Y que terminó devolviendo el favor del patrón con algo tan preciado como la vida de otro, Alba. Punto contrapuesto al resto de mujeres de la familia Trueba pues sus relaciones son cada noche y con dinero de por medio pero que sobrevive sin demasiados altibajos a las tres generaciones y permitirá que la estirpe de los Trueba se perpetúe.

viernes, 29 de enero de 2010

Acostumbrados a sobrevivir


La misión parece que va llegando a su fín. Hoy será nuestro último día en el hospital y luego regreso a Madrid. La ida fue vía Halifax (Canadá) y la vuelta del otro grupo pasaba por Reykjavik así que imaginamos un regreso largo y cansado.


La base española se encuentra pegada al destacamento de los robustos americanos, que como ya se preveía, no iban a quedarse sólo un par de semanas. Diario es el trasiego de sus aviones "Galaxi" descargando material y tropa. Mañana y noche oímos el ruido de sus helicópteros "Bell" y "Black Hawk" despegando a escasos 600 metros de nuestros sacos. Unos sesenta somos los españoles que quedamos en el campamento de la AECID, entre miembros de SAMUR, DYA, EPES, GREA, SAR, Bomberos en Acción y SUMMA. Y todos trabajando a una. Sin apenas conocernos siempre hay dos manos que acompañan a otras. Junto a nosotros un grupo de traumas húngaros que han venido por su cuenta desde Budapest tras irse ayer los cinco mexicanos de la policía federal que aguantaron desde los primeros días. Gran recuerdo me llevo de Xavier, nutricionista del DF, que dejó la clínica de adelgazamiento en donde trabajaba para colarse en un avión y llegar hasta aquí. Él asistió a las primeras embarazadas. Y de Gabriel, traumatólogo húngaro, que rápido aprendió a decir: "Pásame la Ketamina".



Nuestra llegada, una semana después del terremoto, aun nos hizo ver parte del desastre. El "paseo" diario hasta el hospital recorre calles donde las casas han quedado desmontadas como tablero de ajedrez. Mil veces peor describen el centro de la ciudad los que lo han visto.



Imagino que el primer grupo sufriría en mayor medida la desolación. Ellos, junto a los sanitarios voluntarios cubanos, chilenos y colombianos volvieron a poner en marcha el Hospital Universitario La Paz, que había quedado al resguardo de las hermanas paulinas. Situado a unos veinte minutos en coche del centro de Puerto Príncipe y a unos diez del aeropuerto este hospital se ha visto en pocos días poblado de gente sin hogar, que ha acampado a su entrada con apenas dos hatillos como únicos bienes. Aun después de dos semanas del gran temblor muchos haitianos duermen en la calle por temor.



Casi a diario hay réplicas de madrugada, pero aquí en el campamento apenas las distinguimos. Nos dijeron que si trabajando las sentíamos y éstas duraban más de cinco segundos, sin pensarlo había que salir a los patios interiores y rezar. Más rezamos para que no sea necesario. Curioso resulta también otro de los procedimientos de evacuación: A los más altos nos encargaron de la bandera. Si fuera preciso abandonar con precipitación este lugar debíamos llevarla con nosotros hasta la base de helicópteros, pues ella sería la señal para la evacuación. Bandera para la salvación…como cuando en la canción, creía que "no había para mí, más bandera que las sábanas que cubrían el cuerpo de mi mujer".



En el hospital los primeros días fueron realmente impactantes. Todos sentíamos por momentos ese shock que nos dejaba inmovilizados y sin capacidad de reacción, moviéndonos de un lado a otro sin saber realmente lo que debíamos hacer. Los gritos, los llantos, el miedo. Desbordados ante el tumulto de gente a atender y más sabiendo aun que alguno no llegaría a la siguiente noche. Tumbados en el suelo, muchos apenas podían caminar. Los huesos de sus piernas y brazos habían crujido sin distinción de sexo o edad. Las amputaciones eran muchas veces irremediables. Lo peor los niños, con su llanto chiquito, sucio de barro, huérfanos de padres y de consuelo,.... llanto contenido durante el día que por las noches se convertía en lágrimas.



Pero día a día nos íbamos adaptando a la desesperación. Compartiendo sudores. Alguno buscábamos el consuelo en los gritos del paritorio. Cada día seis u ocho niños reemplazaban con su llanto la congoja del lugar. Aunque nacieran más que para vivir para acostumbrarse a sobrevivir.



Hoy últimas atenciones. Reparto de material en orfanatos y residencias y despedida en el hospital. Los médicos haitianos recuperarán su puesto en las salas y quirófanos. Para otros quedará el trabajo de reconstrucción. Aquí quedará un pedazo de nosotros. Y también vuestro, pues hasta aquí llegaron vuestros mensajes de ánimo y apoyo. Concha, Agus, Javichu, Bernardos, Marchante, David, Jorge, Richi y yo volveremos a nuestras pequeñas cosas, importantes o no, pero relativas…relativas.



Luispa, Puerto Príncipe 28 de enero de 2010.

jueves, 21 de enero de 2010

Apretados los bártulos

El segundo grupo ya está en marcha. Apretados los bártulos en una sola bolsa esperamos salir esta noche desde Torrejón y llegar a Haití en la madrugada de mañana. Demasiados pensamientos contradictorios han pasado por mi mente en las últimas veinticuatro horas. Pero siento que es lo que debo hacer. Sincero ha sido el apoyo de los íntimos, de los que seguro me acordaré en los momentos difíciles. Un pedazo de ellos también estará allí dando calor, limpiando heridas, abrazando, curando. Espero estar a la altura.


domingo, 10 de enero de 2010

EL MOMENTO DE LA CONEXIÓN


Impaciente acudía a mi cita en el aeropuerto de El Prat, aquel tibio atardecer de Agosto. Iba al encuentro de la que, en las tres últimas y calurosas semanas, había compartido conmigo la triste soledad de mi alcoba. Aquélla que, en la callada quietud de la noche, había escuchado las confidencias susurradas al oído de este fogoso adolescente.

Marchaba sin conocerla apenas pues nuestras largas y palpitantes conversaciones habían sido elaboradas a través de un frío teclado de ordenador. Quizá fuera la exultante intimidad que otorgaba Internet la que propiciara que el tono de nuestro amatorio diálogo fuera la mayoría de las veces bruscamente erótico. Minuto tras minuto iba creciendo en mí un vertiginoso anhelo que me impedía llevar a cabo el resto de mis tareas. Mi imaginación se desbordaba fantaseando con encendidas ilusiones que me sumían en un apasionado ensueño del que era difícil escapar. Mi único afán de esos días era esperar ansioso el momento de la conexión.

Nuestra última plática había terminado con ese deseo mutuo de compartir, piel con piel, el aire ardiente de la siguiente noche. Empujado por mi inconsciente bisoñez y preso de un violento arrebato, había resulto acudir a su encuentro. Esa madrugada, mis sueños me llevaron a su lecho, aquél que había probado el amargo dulzor de su sudor, el palpitante flujo de sus noches en celo, el rebosante bermellón de sus primeros días de ciclo. Mezclados por un ceñido abrazo, nuestros empapados cuerpos retozaban sobre las sábanas blancas tornadas ahora de un húmedo ceniciento. Mi alma, encerrada en un profundo beso, se fundía con la suya dentro de su boca.

Al día siguiente reunía algo del dinero ahorrado para mis días de asueto y marchaba a Barajas esperando encontrar asiento en algún puente aéreo. Una apresurada muda en la bolsa y sin saber si ella estaría dispuesta a acogerme entre sus brazos. Sabía que le resultaría difícil escapar del hogar que había construido durante ocho años de tortuosa convivencia con el padre de sus dos hijas. Temía que una vez allí, quizá ella sintiera miedo al encontrarse de cara con aquél que había conseguido devolverla a la más olvidada juventud, aquél que con sus palabras le había hecho probar el dulce sabor de lo prohibido.

Sin mirar si quiera al resto de viajeros, pasaba los cincuenta minutos del vuelo imaginado su rostro, enmarcado en un ensortijado pelo negro y coronado por dos almendrados ojos; sus labios, gruesos y encarnados, capaces de donar el más cálido de los besos; sus piel pajiza, como campo de trigo en Agosto, que se sonrojaba al llegar a los pómulos; y aquel lunar, próximo a la comisura diestra de sus labios, que tanto me había encendido desde que me lo describiera.

Apenas me daba cuenta del despegue y al poco ya salían los pasajeros al llegar a Barcelona. Las ocho y media de la tarde y el sol comenzaba a esconderse en el horizonte. Una sedosa brisa rozaba mi cara al bajar por la escalerilla. Casi sin respirar el salado aire costero, me adentraba por entre los pasillos del aeropuerto deseoso de encontrar a mi amada. Al llegar a las puertas de la Terminal C, donde debíamos vernos, el corazón amenazaba con romperme el pecho y salir disparado fuera de mí. Mi saliva, escasas gotas dentro de mi garganta. El tiempo transcurría lentamente aunque pasaban ya diez minutos de mi llegada y ella parecía retrasarse.