
La ciudad y los perros es considerada por algunos críticos como la obra maestra del escritor limeño Mario Vargas Llosa (1936 - ). Escrita en 1962 retrata la vida de unos adolescentes en el Colegio militar Leoncio Prada. Pretende ser una crítica a la hipocresía de la sociedad peruana, al determinismo social y a la despersonalización del individuo que impone la estricta educación castrense, donde los valores más “masculinos”: la falsa virilidad, la autoridad basada en la violencia y el castigo o la venganza prevalecen sobre otros más “morales”: la amistad, la compasión o el respeto a los demás. Los cadetes de este colegio, provenientes de familias de distintas clases sociales, vivirán experiencias, en algunos casos humillantes, bajo el auspicio de la formación militar.
Argumento:
La novela gira en torno a la muerte de uno de los personajes, Richi o Ricardo Arana “el Esclavo”. Este es detenido y castigado sin permisos al negarse a delatar al autor del robo de un examen de química. Tras varios días de castigo y sin posibilidad de salir del colegio decide denunciar al culpable: Cava, que será expulsado del colegio.
La expulsión de Cava motivará “la muerte accidental” de Arana en unas prácticas de tiro. Esta muerte es silenciada por los responsables militares de la institución, temerosos del desprestigio que esto puede causar al Colegio.
Alberto Fernández, el “Poeta” es el único amigo del Esclavo. Durante la reclusión de este no puede evitar cortejar a su novia Teresa, de la que se enamora a pesar de los remordimientos. Una vez muerto Ricardo se siente obligado a descubrir al culpable, sospechando que se trata de “el Jaguar” líder del grupo al que pertenecía Cava y que usa la violencia para mostrarse por encima de los demás. Denunciará a este ante el Teniente Gamboa, instructor de los muchachos y con ciertos valores éticos, además de desvelar los actos prohibidos realizados por los miembros del “Círculo”. El informe elaborado por Gamboa es destruido por sus superiores que obligarán al teniente a callar y marcharse a otro destino.
El desenlace final de la novela es realmente sorprendente: A pesar de conocer que “el Poeta” es el delator de las actividades del círculo, “el Jaguar” no le acusará ante los demás provocando esto el rechazo del grupo al que fuera su líder. El desengaño de este ante sus antiguos compañeros hará que “el Jaguar” se declare finalmente culpable de la muerte de “el Esclavo” ante el Teniente Gamboa, pero éste, de camino ya a su destierro le pide también olvidar el asunto. Ya fuera del colegio y transcurrido un tiempo “el Jaguar” termina casándose con Teresa.
Análisis formal:
La narración se caracteriza por el llamado Perspectivismo o la multiplicidad de puntos de vistas: Hablamos de la alternancia de diferentes voces narrativas para apreciar el hecho desde distintas perspectivas, con lo que se le da más importancia a los personajes que narran que a la propia historia narrada. Además permite jugar con los tiempos intercalando en flash-back aspectos de la vida familiar de cada uno así como ciertos elementos anticipatorios de su historia. Esto permite combinar los monólogos interiores con los diálogos reales y objetivos. Al menos se identifican cuatro de los personajes que actúan como narradores además del narrador-escritor: el Jaguar, que imprime un enfoque más objetivo, Alberto del que llegamos a conocer más sobre si mismo, Boa, miembro del “Círculo” y que acepta las decisiones tomadas por otros para su propia supervivencia; y por último Ricardo “el Esclavo” y que demuestra el aspecto de sumisión al poder del más fuerte.
El propio Premio Cervantes de 1995, en su obra “Mario Vargas Llosa, A writer's reality” nos habla del empleo de la técnica de los Vasos Comunicantes por la que simultanear historias y personajes imbricándose unas en otros y viceversa dota de mayor tensión y emoción a la narración.
Por último podríamos referir también el tema de la oralidad en los diálogos dando a cada personaje su registro lingüistico correspondiente por su nivel cultural o social, como en el episodio de las gallinas:
“¿Y si traemos al poeta a que le cuente una de esas historias que engordan la pichula?. Puro cuento compañeros, yo hago carpas concentrándome, es cuestión de voluntad. Oye ¿y si me infecto? … ¿estás seguro que las gallinas tiene hueco?... quietos, por favor, y por todos los santos no se rían que se adormece el elefante…. ¿Ustedes creen que los animales sienten? ¿Sienten qué, huevas, acaso tienen alma? Quiero decir gusto, como las mujeres. La Malpapeada, sí, igualito que las mujeres…., la polilla se están parando. Le ha gustado y quiere más, qué tal. Camina borrachita, camina borrachita. ¿Y ahora nos la comemos de a de veras? Alguien va a quedar encinta, no se olviden que el serrano le dejó adentro tamaña piedra…La agarras del pescuezo y la tuerces en el aire. Tenla quieta Boa, voy a hacer un saque, aguántate ésa.“ (pág.33).
Análisis del contenido:
El Colegio parece representar a la Sociedad peruana, en una decepcionante crisis de valores. Los progenitores de estos cadetes, sin principios morales, constituirían la base de la sociedad. Si el sustento de la sociedad, la familia, adopta como valores la violencia, el machismo, la humillación, la hipocresía, sus hijos no harán más que presentar estos mismos errores. El desarrollo personal basado en el respeto a uno mismo y a los demás se verá coartado por un sistema educativo represor.
La crítica del autor no se circunscribe a la disciplina despersonalizadora del sistema educacional peruano sino también a la hipocresía de la sociedad. Cuando Alberto habla por primera vez con la tía de Teresa, el narrador nos cuenta:
“En el chisporroteo de palabras, las fórmulas de cortesía que Alberto había escuchado en su infancia aparecían como en caricatura, condimentadas con adjetivos lujosos y gratuitos, y a ratos comprendía que lo trataban de señor y de don y lo interrogaban sin esperar respuesta. Se halló envuelto en una costra verbal, en un laberinto sonoro.” (pág.86)
Centrándonos en los personajes contrapuestos de Alberto y el Jaguar:
Alberto Fernández, “El Poeta” es alumno del último curso del Colegio, donde ingresó siendo niño y gana algo de dinero y cigarrillos escribiendo cartas y novelas eróticas. Es el personaje del que más conocemos. Aunque proviene de una familia separada de nivel medio y su nivel cultural es mayor al resto, para su propia supervivencia en el internado se deja llevar por el ambiente fiero de sus compañeros, tolerando la violencia y la humillación aun a pesar de ser capaz de entender lo injusto que esto es. Quizá esa resignación venga de la relación con los padres separados donde no se muestra especialmente sensible ante los llantos de su madre.
“Cuando su madre le abrió la puerta, Alberto, antes de saludarla, comenzó a disculparse. Ella tenía los ojos cargados de reproches y suspiraba. Se sentaron en la sala. Su madre no decía nada y lo miraba con rencor. Alberto sintió un aburrimiento infinito” (pág.91).
Esa ambivalencia del “Poeta” se muestra también al no entender la amistad y la lealtad como valores a cultivar. A pesar de que “el Esclavo“ le considera un amigo pidiéndole disculparse ante Teresa por no poder acudir a su cita, Alberto no duda en flirtear con ella y gastarse el dinero que le había prestado. Bien es cierto que la relación de aquéllos aún no era firme pero el “Poeta” bien sabe que no es algo correcto lo que hace y por eso le matan los remordimientos. En el caso de la lealtad es donde encontramos la contraposición con el “Jaguar”, para el que, a pesar de venir de una familia de clase baja y portar menor formación que Alberto, la lealtad es valor fundamental de un grupo, siendo capaz de cometer incluso un asesinato por este valor. Esa misma lealtad, o la ausencia de esta, le hará al final confesar su crimen al teniente Gamboa.
El propio Vargas Llosa referirá después esta característica de Alberto:
“el personaje del Poeta, con quien yo me sentía muy identificado, creo que al final aparece como un personaje bastante débil, con comportamiento doble, que es incapaz de mantener una coherencia en su conducta; y muchas veces ocurre eso porque, para mantener cierta ambigüedad, en ocasiones se producen esos trastornos, esos cambios de la personalidad.” (Diálogo con Vargas Llosa. Por Ricardo A. Setti. 1988)
El “Jaguar” es en cambio un muchacho de carácter. No sabemos su nombre pero él prefiere que le llamen así, identificándose con la fiereza de ese animal. Ya desde su ingreso en el Colegio muestra que no se dejará vencer por los demás impidiendo que le bauticen como al resto de compañeros. Forma pronto parte de ese grupo llamado “el Círculo” donde impone a sus compañeros ese valor combativo y valiente ante el ambiente hostil del Colegio. En ese círculo de camaradería parece que las perversiones y acciones denigrantes quedan diluidas o al menos acalladas por un pacto de lealtad. Es el personaje que se mantiene fiel a su personalidad. El propio Alberto antes del epílogo, en esa “hora ambigua, indecisa, en que la tarde y la noche se equilibran y como neutralizan” (Pág.317) se siente en la necesidad de equilibrarse también e intenta desesperado reconciliarse con el “Jaguar”. Le reconoce su valor y de nuevo en esa extraña labilidad siente que debe confesarse por haber sido él el delator de las actividades del “Circulo”. Pero tampoco tiene el valor de decírselo a los demás. Por ello busca al “Jaguar”, que posee un magnetismo peculiar, pues a pesar del rechazo que sufre “parece que fuera él quien nos hace hielo…él quien estuviera castigando a la sección” (pág.316). Le busca para entender el porqué de su silencio:
“- ¿Vas a dejar que sigan creyendo que fuiste tú? -Alberto se descubrió hablándole con respeto, casi cordialmente.- ¿Por qué?.
- Yo les enseñé a ser hombres a todos esos. -dijo el Jaguar.” (pág.317)
Relevante es también el episodio con el Teniente Gamboa, cuando le confiesa a este que es el responsable de la muerte del “Esclavo”. Ya sus compañeros no se merecen su silencio:
“Es la ingratitud lo que me enferma. Nada más.” (pág.324).
Y se afianza en su discurso:
“No he cambiado de opinión….ahora comprendo mejor al Esclavo. Para el no éramos sus compañeros, sino sus enemigos….Yo quería vengar a la sección, ¿cómo podía saber que los otros eran peor que él, mi teniente?”(pág.325).
Y ya se resigna a su justa condena:
“Creo que lo mejor es que me metan a la cárcel. Todos decían que iba a terminar así, mi madre, usted también. “(pág.325).
Pero el teniente, camino ya de su nuevo destino le pide que olvide y aprenda. Rancia conducta militar que todo lo justifica, reflejada ahora en la resignada figura de Gamboa, leal al Ejército hasta en su destierro:
“El caso Arana está liquidado –dijo Gamboa-. El Ejército no quiere saber una palabra más del asunto. Nada puede hacerlo cambiar de opinión. Más fácil sería resucitar al cadete Arana que convencer al Ejército de que ha cometido un error.” (pág.326).
Finalmente el autor nos muestra ya en un tiempo algo más alejado del Colegio las pretensiones o interioridades de ambos personajes:
Alberto, el que parecía más humano, más preocupado por las injusticias piensa en su futuro:
“estudiaré mucho y seré ingeniero. Cuando regrese, trabajaré con mi papá, tendré un carro convertible, una gran casa con piscina. Me casaré con Marcela y seré un don Juan .Iré todos los sábados a bailar al Grill Bolívar y viajaré mucho”(pág.335)
En cambio el “Jaguar”, del que hasta su madre pensaba que acabaría en la cárcel, termina confesándole su amor a Teresa, tras encontrársela casualmente después de seis años. Y se casa:
“Pedí un adelanto en el Banco. El administrador es buena gente. Me dio una semana de permiso. Me dijo: me gusta ver cómo se suicida la gente. Cásese no más, y el próximo lunes está usted aquí, a las ocho en punto.” (pág.341).
Y fiel a sus principios no desestima la amistad que le une al flaco Higueras tendiéndole la mano a pesar de que este sigue siendo un ladrón.
En resumen:
Novela crítica contra la adusta educación militar basada en la violencia y el castigo y en general contra la hipocresía de la sociedad peruana de la época en ausencia total de valores morales e incapaces de transmitir a sus hijos los principios fundamentales de respeto. Entre otros personajes dos contrapuestos: Alberto, débil emocionalmente y con actitudes cambiantes a lo largo de la obra: de supuesto defensor de injusticias a egoísta conformista. Y “el Jaguar”, impulsivo y violento, brutal asesino a fin de cuentas, pero coherente con su actos y que abandera la lealtad como principio fundamental de un grupo. Y por encima de ellos un régimen militar que además de despersonalizar a los jóvenes encubre el asesinato, la violencia y la humillación para su propia supervivencia.
* para las páginas de referencia de este comentario me he valido de la edición del libro de Seix Barral, Biblioteca Breve. Edición de 1971.
Argumento:
La novela gira en torno a la muerte de uno de los personajes, Richi o Ricardo Arana “el Esclavo”. Este es detenido y castigado sin permisos al negarse a delatar al autor del robo de un examen de química. Tras varios días de castigo y sin posibilidad de salir del colegio decide denunciar al culpable: Cava, que será expulsado del colegio.
La expulsión de Cava motivará “la muerte accidental” de Arana en unas prácticas de tiro. Esta muerte es silenciada por los responsables militares de la institución, temerosos del desprestigio que esto puede causar al Colegio.
Alberto Fernández, el “Poeta” es el único amigo del Esclavo. Durante la reclusión de este no puede evitar cortejar a su novia Teresa, de la que se enamora a pesar de los remordimientos. Una vez muerto Ricardo se siente obligado a descubrir al culpable, sospechando que se trata de “el Jaguar” líder del grupo al que pertenecía Cava y que usa la violencia para mostrarse por encima de los demás. Denunciará a este ante el Teniente Gamboa, instructor de los muchachos y con ciertos valores éticos, además de desvelar los actos prohibidos realizados por los miembros del “Círculo”. El informe elaborado por Gamboa es destruido por sus superiores que obligarán al teniente a callar y marcharse a otro destino.
El desenlace final de la novela es realmente sorprendente: A pesar de conocer que “el Poeta” es el delator de las actividades del círculo, “el Jaguar” no le acusará ante los demás provocando esto el rechazo del grupo al que fuera su líder. El desengaño de este ante sus antiguos compañeros hará que “el Jaguar” se declare finalmente culpable de la muerte de “el Esclavo” ante el Teniente Gamboa, pero éste, de camino ya a su destierro le pide también olvidar el asunto. Ya fuera del colegio y transcurrido un tiempo “el Jaguar” termina casándose con Teresa.
Análisis formal:
La narración se caracteriza por el llamado Perspectivismo o la multiplicidad de puntos de vistas: Hablamos de la alternancia de diferentes voces narrativas para apreciar el hecho desde distintas perspectivas, con lo que se le da más importancia a los personajes que narran que a la propia historia narrada. Además permite jugar con los tiempos intercalando en flash-back aspectos de la vida familiar de cada uno así como ciertos elementos anticipatorios de su historia. Esto permite combinar los monólogos interiores con los diálogos reales y objetivos. Al menos se identifican cuatro de los personajes que actúan como narradores además del narrador-escritor: el Jaguar, que imprime un enfoque más objetivo, Alberto del que llegamos a conocer más sobre si mismo, Boa, miembro del “Círculo” y que acepta las decisiones tomadas por otros para su propia supervivencia; y por último Ricardo “el Esclavo” y que demuestra el aspecto de sumisión al poder del más fuerte.
El propio Premio Cervantes de 1995, en su obra “Mario Vargas Llosa, A writer's reality” nos habla del empleo de la técnica de los Vasos Comunicantes por la que simultanear historias y personajes imbricándose unas en otros y viceversa dota de mayor tensión y emoción a la narración.
Por último podríamos referir también el tema de la oralidad en los diálogos dando a cada personaje su registro lingüistico correspondiente por su nivel cultural o social, como en el episodio de las gallinas:
“¿Y si traemos al poeta a que le cuente una de esas historias que engordan la pichula?. Puro cuento compañeros, yo hago carpas concentrándome, es cuestión de voluntad. Oye ¿y si me infecto? … ¿estás seguro que las gallinas tiene hueco?... quietos, por favor, y por todos los santos no se rían que se adormece el elefante…. ¿Ustedes creen que los animales sienten? ¿Sienten qué, huevas, acaso tienen alma? Quiero decir gusto, como las mujeres. La Malpapeada, sí, igualito que las mujeres…., la polilla se están parando. Le ha gustado y quiere más, qué tal. Camina borrachita, camina borrachita. ¿Y ahora nos la comemos de a de veras? Alguien va a quedar encinta, no se olviden que el serrano le dejó adentro tamaña piedra…La agarras del pescuezo y la tuerces en el aire. Tenla quieta Boa, voy a hacer un saque, aguántate ésa.“ (pág.33).
Análisis del contenido:
El Colegio parece representar a la Sociedad peruana, en una decepcionante crisis de valores. Los progenitores de estos cadetes, sin principios morales, constituirían la base de la sociedad. Si el sustento de la sociedad, la familia, adopta como valores la violencia, el machismo, la humillación, la hipocresía, sus hijos no harán más que presentar estos mismos errores. El desarrollo personal basado en el respeto a uno mismo y a los demás se verá coartado por un sistema educativo represor.
La crítica del autor no se circunscribe a la disciplina despersonalizadora del sistema educacional peruano sino también a la hipocresía de la sociedad. Cuando Alberto habla por primera vez con la tía de Teresa, el narrador nos cuenta:
“En el chisporroteo de palabras, las fórmulas de cortesía que Alberto había escuchado en su infancia aparecían como en caricatura, condimentadas con adjetivos lujosos y gratuitos, y a ratos comprendía que lo trataban de señor y de don y lo interrogaban sin esperar respuesta. Se halló envuelto en una costra verbal, en un laberinto sonoro.” (pág.86)
Centrándonos en los personajes contrapuestos de Alberto y el Jaguar:
Alberto Fernández, “El Poeta” es alumno del último curso del Colegio, donde ingresó siendo niño y gana algo de dinero y cigarrillos escribiendo cartas y novelas eróticas. Es el personaje del que más conocemos. Aunque proviene de una familia separada de nivel medio y su nivel cultural es mayor al resto, para su propia supervivencia en el internado se deja llevar por el ambiente fiero de sus compañeros, tolerando la violencia y la humillación aun a pesar de ser capaz de entender lo injusto que esto es. Quizá esa resignación venga de la relación con los padres separados donde no se muestra especialmente sensible ante los llantos de su madre.
“Cuando su madre le abrió la puerta, Alberto, antes de saludarla, comenzó a disculparse. Ella tenía los ojos cargados de reproches y suspiraba. Se sentaron en la sala. Su madre no decía nada y lo miraba con rencor. Alberto sintió un aburrimiento infinito” (pág.91).
Esa ambivalencia del “Poeta” se muestra también al no entender la amistad y la lealtad como valores a cultivar. A pesar de que “el Esclavo“ le considera un amigo pidiéndole disculparse ante Teresa por no poder acudir a su cita, Alberto no duda en flirtear con ella y gastarse el dinero que le había prestado. Bien es cierto que la relación de aquéllos aún no era firme pero el “Poeta” bien sabe que no es algo correcto lo que hace y por eso le matan los remordimientos. En el caso de la lealtad es donde encontramos la contraposición con el “Jaguar”, para el que, a pesar de venir de una familia de clase baja y portar menor formación que Alberto, la lealtad es valor fundamental de un grupo, siendo capaz de cometer incluso un asesinato por este valor. Esa misma lealtad, o la ausencia de esta, le hará al final confesar su crimen al teniente Gamboa.
El propio Vargas Llosa referirá después esta característica de Alberto:
“el personaje del Poeta, con quien yo me sentía muy identificado, creo que al final aparece como un personaje bastante débil, con comportamiento doble, que es incapaz de mantener una coherencia en su conducta; y muchas veces ocurre eso porque, para mantener cierta ambigüedad, en ocasiones se producen esos trastornos, esos cambios de la personalidad.” (Diálogo con Vargas Llosa. Por Ricardo A. Setti. 1988)
El “Jaguar” es en cambio un muchacho de carácter. No sabemos su nombre pero él prefiere que le llamen así, identificándose con la fiereza de ese animal. Ya desde su ingreso en el Colegio muestra que no se dejará vencer por los demás impidiendo que le bauticen como al resto de compañeros. Forma pronto parte de ese grupo llamado “el Círculo” donde impone a sus compañeros ese valor combativo y valiente ante el ambiente hostil del Colegio. En ese círculo de camaradería parece que las perversiones y acciones denigrantes quedan diluidas o al menos acalladas por un pacto de lealtad. Es el personaje que se mantiene fiel a su personalidad. El propio Alberto antes del epílogo, en esa “hora ambigua, indecisa, en que la tarde y la noche se equilibran y como neutralizan” (Pág.317) se siente en la necesidad de equilibrarse también e intenta desesperado reconciliarse con el “Jaguar”. Le reconoce su valor y de nuevo en esa extraña labilidad siente que debe confesarse por haber sido él el delator de las actividades del “Circulo”. Pero tampoco tiene el valor de decírselo a los demás. Por ello busca al “Jaguar”, que posee un magnetismo peculiar, pues a pesar del rechazo que sufre “parece que fuera él quien nos hace hielo…él quien estuviera castigando a la sección” (pág.316). Le busca para entender el porqué de su silencio:
“- ¿Vas a dejar que sigan creyendo que fuiste tú? -Alberto se descubrió hablándole con respeto, casi cordialmente.- ¿Por qué?.
- Yo les enseñé a ser hombres a todos esos. -dijo el Jaguar.” (pág.317)
Relevante es también el episodio con el Teniente Gamboa, cuando le confiesa a este que es el responsable de la muerte del “Esclavo”. Ya sus compañeros no se merecen su silencio:
“Es la ingratitud lo que me enferma. Nada más.” (pág.324).
Y se afianza en su discurso:
“No he cambiado de opinión….ahora comprendo mejor al Esclavo. Para el no éramos sus compañeros, sino sus enemigos….Yo quería vengar a la sección, ¿cómo podía saber que los otros eran peor que él, mi teniente?”(pág.325).
Y ya se resigna a su justa condena:
“Creo que lo mejor es que me metan a la cárcel. Todos decían que iba a terminar así, mi madre, usted también. “(pág.325).
Pero el teniente, camino ya de su nuevo destino le pide que olvide y aprenda. Rancia conducta militar que todo lo justifica, reflejada ahora en la resignada figura de Gamboa, leal al Ejército hasta en su destierro:
“El caso Arana está liquidado –dijo Gamboa-. El Ejército no quiere saber una palabra más del asunto. Nada puede hacerlo cambiar de opinión. Más fácil sería resucitar al cadete Arana que convencer al Ejército de que ha cometido un error.” (pág.326).
Finalmente el autor nos muestra ya en un tiempo algo más alejado del Colegio las pretensiones o interioridades de ambos personajes:
Alberto, el que parecía más humano, más preocupado por las injusticias piensa en su futuro:
“estudiaré mucho y seré ingeniero. Cuando regrese, trabajaré con mi papá, tendré un carro convertible, una gran casa con piscina. Me casaré con Marcela y seré un don Juan .Iré todos los sábados a bailar al Grill Bolívar y viajaré mucho”(pág.335)
En cambio el “Jaguar”, del que hasta su madre pensaba que acabaría en la cárcel, termina confesándole su amor a Teresa, tras encontrársela casualmente después de seis años. Y se casa:
“Pedí un adelanto en el Banco. El administrador es buena gente. Me dio una semana de permiso. Me dijo: me gusta ver cómo se suicida la gente. Cásese no más, y el próximo lunes está usted aquí, a las ocho en punto.” (pág.341).
Y fiel a sus principios no desestima la amistad que le une al flaco Higueras tendiéndole la mano a pesar de que este sigue siendo un ladrón.
En resumen:
Novela crítica contra la adusta educación militar basada en la violencia y el castigo y en general contra la hipocresía de la sociedad peruana de la época en ausencia total de valores morales e incapaces de transmitir a sus hijos los principios fundamentales de respeto. Entre otros personajes dos contrapuestos: Alberto, débil emocionalmente y con actitudes cambiantes a lo largo de la obra: de supuesto defensor de injusticias a egoísta conformista. Y “el Jaguar”, impulsivo y violento, brutal asesino a fin de cuentas, pero coherente con su actos y que abandera la lealtad como principio fundamental de un grupo. Y por encima de ellos un régimen militar que además de despersonalizar a los jóvenes encubre el asesinato, la violencia y la humillación para su propia supervivencia.
* para las páginas de referencia de este comentario me he valido de la edición del libro de Seix Barral, Biblioteca Breve. Edición de 1971.
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